viernes, 7 de diciembre de 2012

¿Cuántos gritos caben en un silencio?

I

׿7? ¿7 de... Diciembre? Para la joven de cabellos negros y una palidez más bien notable el tiempo se detenía de nuevo. Acudió a lo más alto de su querida Pamplona esa misma tarde, con papel y pluma. Llovía y, todos sus intentos de escribir le eran en vano. La oscuridad reinaba en aquel tétrico y lúgubre lugar; tal y como ella adoraba. Corrió a refugiarse entre los sombríos árboles, los cuales se mostraban totalmente desnudos debido a la estación en la que se encontraban. Se sentía acogida entre los suyos. Entre gente que ni si quiera estaba con ella ahí y en ese preciso instante.×


No puedo.

Ni si quiera me veo capaz de hacer esto.

Miráis esto como si fuerais uno más. Como si nunca os hubieseis encontrado en mi lugar. En mi jodido lugar. 

¿Qué hago y por qué estoy aquí? Pruebo a encontrarme. Me gusta venir aquí. 
Las cosas pasan pero realmente no sabemos porque. El cúmulo de sentimientos que experimento cada vez más velozmente en mi interior aumenta por momentos. Necesito hablar, escribirle al menos a alguien. El que tan sólo confíe en mi misma me ha llevado a este punto y no me arrepiento en absoluto. 

Es muy gracioso cuando la gente me pregunta eso de "¿Qué te pasa?" ¿Os habéis preguntado alguna vez qué os pasa a vosotros? Pues ahí tenéis la respuesta. 

Ni si quiera dejar que las lágrimas fluyan vale la pena. Eso nunca me ha hecho, no me hace y nunca me hará más fuerte. No soy un robot. Tengo sentimientos y las personas o no pueden, o simplemente no quieren ver eso. No sé reaccionar, estoy congelada. Pero una cosa no quita a la otra, pues al fin y al cabo soy una lo más parecido a una persona.
De vosotros yo ya no me espero nada. Me cansé hace tiempo y no sabría explicar realmente por qué. No me sé expresar. No sé decir lo que siento. Lo que dejo de sentir. No me atrevo a hablar. No me atrevo a escribir. 

¿Quién no ha soñado alguna vez con volar lejos, lejos de todo y todos?


×Estaba a punto de escribir ese preciado final, cuando un pequeño cuervo la distrajo por completo. Sin pensarlo si quiera un par de veces, colocó todo lo que ocupaba sus delgadas manos en un lugar donde la lluvia no molestara y, vistiendo tan sólo con un fino y, no muy largo vestido negro, marchó en su búsqueda, dejándose guiar por el mismo poco después hacia, probablemente, ningún lugar.×



Para siempre.

 




No hay comentarios:

Publicar un comentario